¿Alguna vez han notado que después de una situación en nuestras vidas llenas de estrés, cansancio, enojo, miedo, rencor, empezamos con malestares físicos como lo pueden ser dolores de cabeza, migrañas, dolores de espalda, tics, insomnio? Bueno, pues yo veo estos malestares físicos como una bola de nieve que va creciendo y creciendo conforme estas emociones avanzan y persisten en nuestra vida.
"El poder de las emociones en la salud física"
Se han preguntado: ¿Cómo es que nuestro cuerpo nos habla? ¿Cómo nos expresa?¿Cuáles son sus necesidades y carencias? ¿Cómo responde ante los estímulos al que lo sometemos todos los días? Bueno, pues, más allá de indicarnos cuando tenemos hambre o sed, las mariposas en el estómago que sentimos cuando estamos emocionados o las manos sudadas cuando estamos nerviosos, nuestro cuerpo es capaz de comunicarnos muchas más cosas.
Hay un libro que me gusta mucho. Es del psicólogo y escritor Daniel Goleman.
Se llama “Inteligencia emocional”. Y en éste nos dice que una emoción es el puente entre el pensamiento y la acción. Dicho esto, les quiero compartir cómo es que nuestras emociones afectan a nuestro organismo y cómo aprender a manejarlas para que ésas tengan un impacto positivo en nuestra salud, ya que muchas veces responsabilizamos únicamente a otros factores como lo pueden ser la genética o nuestros hábitos alimenticios sobre nuestros malestares físicos. Volviendo al ejemplo que les comentaba anteriormente sobre la bola de nieve que estaba creciendo y creciendo conforme estas emociones avanzan en nuestra vida y persisten al punto de convertirse en un hábito. Bueno, pues esta bola de nieve puede crecer tanto al punto de manifestarse en enfermedades graves para la salud, como puede ser obesidad, diabetes, problemas con el corazón, etcétera.
¿Por qué les pongo este ejemplo?
Para enseñarles que no solamente es importante prestar atención a los hábitos que comúnmente relacionamos con nuestra salud física, como puede ser tomar agua, comer sano, hacer ejercicio, sino que también es muy importante prestar atención a nuestros hábitos respecto a nuestra salud mental. Porque si bien ambas, la salud física y la salud mental, son igual de importantes en nuestra vida, cuántas veces no hemos estado en un episodio depresivo en el que nos sentimos sin ánimo, sin energía, sin motivación de hacer cosas que comúnmente hacemos y disfrutamos hacer, como lo puede ser ir al trabajo, ir a la escuela, salir con amigos, que no desempeñamos de igual forma al padecer una enfermedad de la salud mental, en este caso la depresión. Y muchas veces esta enfermedad de la salud mental no es vista como una razón válida y justificada para no desempeñarlas como comúnmente lo haríamos.
Pero en cambio, una enfermedad relacionada con la salud física, como lo puede ser una gripe, sí lo es.
La psiquiatra y escritora Marián Rojas Estapé nos dice que nuestro estado de ánimo va a determinar el cómo pensamos y cómo interpretamos las cosas. Y hay varios factores que alteran nuestro estado de ánimo. Algunos de ellos pueden ser cómo durmamos, la circunstancia por la que estemos pasando y, por otro lado, la personalidad.
Nuestra personalidad tiene mucha influencia en esta alteración del estado de ánimo y, por ende, en nuestra interpretación de las cosas.
El estrés se ha demostrado como responsable de varios problemas de salud, debilitando nuestro sistema inmune y poniéndonos en una situación vulnerable ante las enfermedades en general.
Aquí la importancia en identificar quiénes somos y cómo reaccionamos bajo este estímulo del estrés, ya que las personalidades se transforman de forma diferente.
Por ejemplo, alguien sensible bajo un factor de estrés se vuelve muy vulnerable.
El tímido se bloquea. El impulsivo reacciona con agresividad. Y el obsesivo tiende a sobrepensar demasiado.
No todas las emociones constituyen un riesgo para la salud, sino que se establece que solo aquellas crónicas de carácter negativo lo hacen. ¿Qué quiere decir esto? Que no por el simple hecho de haber tenido un día estresante, significa que vamos a enfermar. Pero si esta conducta es persistente en nuestro día a día, ahí es cuando se empiezan a presentar los malestares físicos. Y estos malestares físicos nos pueden servir como una señal de aviso por parte de nuestro cuerpo, que en este caso nos estaría alertando que estamos bajo una situación de mucho estrés y tenemos que buscar la forma de manejarlo mejor para ser más gentiles con nuestro cuerpo.
Pero así como el estrés se ha demostrado como responsable de varios problemas de salud, también se ha demostrado la relación de ciertas emociones con enfermedades concretas. La doctora Maria Amelia Bueno nos explica la relación de la obsesión con problemas gástricos, facilitando la aparición o empeorando la diabetes o la obesidad.
La irritabilidad, malhumor o impaciencia también se relacionan con procesos metabólicos. El miedo afecta a los riñones y también genera afecciones en los huesos y articulaciones. Entonces, ya teniendo claro que toda emoción nació de un pensamiento primero, ¿de dónde nacen estos pensamientos intrusos que desequilibra nuestro estado de ánimo?
Bueno, pues muchas veces nacen de situaciones de las cuales no tenemos un control. Situaciones como, por ejemplo, un asalto que nos genera pensamientos como: “Ay, si ya sé que este no es mi rumbo, que esta aquí no es transitada, ¿por qué me vine por aquí?″, haciéndonos sentir culpables o ″Ay, me robaron el dinero que iba a usar para esta cosa, para mi deuda”, haciéndonos sentir preocupación y angustia o ″Ay, maldito asaltante, ¿por qué me pasa esto a mí? ¡Qué mala suerte tengo!″, haciéndonos sentir ira y frustración.
Con esto no les quiero decir que está mal sentirse tristes, cansados, enojados, frustrados.
Al contrario, les quiero enseñar la importancia de identificar las emociones que tengamos, sentirlas, y una vez que nos hayamos permitido sentirlas, dejarlas fluir sin estancarse. No permitir que esta emoción o pensamiento controle nuestra vida.
Cómo reaccionamos y percibimos las cosas son solo un reflejo de nuestras creencias. Estas pueden ser morales, políticas, sociales y sobre todo, del significado que damos a cada una de ellas.
Quiero cerrar con una frase de la actriz Karla Souza,
″El músculo se tiene que desgarrar para crecer".
Aunque entiendo la ciencia detrás de esto, entonces, ¿por qué maldigo los momentos en los que la adversidad toca a mi puerta?
Adversidades va a haber siempre.
Situaciones de las cuales no tenemos un control va a haber siempre. Pero de lo que si tenemos un control es de cómo reaccionamos y manejamos la situación.
Porque recuerden que el cuerpo grita lo que la mente calla.
Dr. Marcos Cabezas.
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